¡No a la domesticación de nuestros movimientos! ¡Por un polo unitario en defensa de políticas rupturistas!
¡Volvamos a la movilización!
¡No a la domesticación de nuestros movimientos! ¡Por un polo unitario en defensa de políticas rupturistas!
¡Volvamos a la movilización!
El hundimiento del bipartidismo en las elecciones griegas y la victoria de Syriza es el primer hecho concreto que confirma lo que ya sabíamos: que esta crisis iba a suponer el fin del régimen partidista anterior y presentar muchas oportunidades para nuevas fuerzas alternativas. Confirma también algo que la clase dominante ha descartado durante años: que es posible una política que rompa con la ultra-austeridad, las rebajas de salarios, los recortes y las privatizaciones.
En el Estado español vemos una situación parecida con el proceso de agotamiento del bipartidismo y el crecimiento de fuerzas como Podemos, que se basan en un discurso de ruptura con el régimen de 78.
2015: el año del fin del monopolio bipartidista
Este año va a ser políticamente decisivo en todo el estado español.
Las elecciones andaluzas en marzo, las municipales y autonómicas en mayo y las catalanas y generales en septiembre y noviembre registrarán el gran cambio habido en el panorama político. Los viejos partidos del régimen bipartidista sufrirán un batacazo tras otro.
En las elecciones andaluzas el PSOE se juega su última carta. Por mucho que lo nieguen, su desplome, junto con el del PP, podría forzar a los falsos rivales políticos del régimen de 78 a pactar un gobierno juntos, lo que sería simplemente la antesala del paso del PSOE a la más absoluta irrelevancia, siguiendo a su homólogo griego Pasok. Hay una tendencia que empuja a los dos grandes partidos hacia la unidad forzada – la unión de los mejores guardianes de la estabilidad capitalista para frenar el cambio político en el país.
El peligro de la domesticación de la izquierda y los movimientos sociales
Ese cambio en la situación supone un paso adelante muy importante. Los movimientos sociales y los trabajadores y jóvenes en general ya pueden cruzar de la discusión sobre si es posible derrocar al bipartidismo y al régimen de 78 a discutir cómo hacerlo, con qué estrategia y con qué política.
Pero estamos viendo que el ascenso de las nuevas formaciones alternativas políticas conlleva ciertos peligros para estas mismas formaciones. La experiencia nos está mostrando que a los nuevos movimientos que surgen como fuerzas de oposición al sistema se les somete una presión enorme para “moderar” su discurso. El grito desesperanzador de la clase dominante, que consiguió penetrar en la sociedad y en la propia izquierda y movimiento obrero durante las últimas décadas, lanza el mensaje de que no hay alternativa al modelo actual, la dictadura capitalista de los mercados. En los intentos de “domesticar” a las fuerzas que les amenazan electoralmente hoy se pretende imponer esta lógica precisamente donde empieza a ser cuestionada – en los nuevos movimientos para cambiar la sociedad.
En Grecia, vimos como cuando la clase dominante – que ha luchado durante años para mantener el bipartidismo - dio por inevitable la victoria de Syriza, concentró sus esfuerzos en domesticarla, presionándola para abandonar los aspectos más radicales de su programa. En el Estado español vemos un proceso parecido teniendo lugar en torno a la dirección de Podemos.
Y lamentablemente vemos que en vez de resistir a estas presiones y mantenerse firme en la defensa de políticas rupturistas, las direcciones de estos partidos acaban cediendo. Así hemos visto el abandono gradual del discurso rupturista de los dirigentes de Podemos, en nombre de un partido “responsable” de gobierno.
Las políticas necesarias para romper con la miseria de la crisis actual – inversión masiva en empleo de cualidad, una renta básica para que todo el mundo tenga sus necesidades elementales garantizadas, el derecho a la vivienda, … – que en un principio defendió Podemos, no pueden implementarlas un gobierno “responsable” actuando dentro de los límites impuestos por los mercados. Estas medidas suponen que nos deshagamos de la deuda ilegítima para gastar dinero en lo que hace falta, así como nacionalizar la banca y las grandes empresas para disponer de herramientas para controlar la economía y planificar la solución a los problemas abrumadores de la sociedad.
El objetivo de la domesticación del programa es desarmar los movimientos sociales y de los trabajadores ante la batalla contra el gran capital que sabemos será consecuencia inevitable de una lucha decidida para acabar con la miseria actual.
Desde Socialismo Revolucionario, entendemos que la lucha contra dicha domesticación y por políticas socialistas revolucionarias es de las tareas más importantes de hoy, y llamamos a la formación de un polo unitario que se dedique a la defensa de un programa rupturista, abierto a activistas de todas las formaciones y así como a independientes. La “renovación” de Izquierda Unida, pasando por el nuevo liderazgo de Garzón, es una oportunidad para frenar esa domesticación, presionando a la dirección de Podemos por la izquierda, si dicho liderazgo rompe con la herencia pactista (cuyas consecuencias veremos en Andalucía) y desmovilizadora.
¡Volvamos a la movilización!
La otra tarea que vemos como primordial es volver a la movilización, en las calles y las empresas, sin dejar que el año electoral prolongue el reciente reflujo en términos de la movilización activa de los trabajadores a gran escala. La antesala del cambio político en Grecia era la resistencia heroica de los trabajadores que hicieron más de 30 huelgas generales, y que irá a más en la nueva situación. Es en esta movilización en la que tenemos que basar la lucha para acabar con la austeridad, siendo el plano electoral otra expresión de la misma lucha de clases.
Un gobierno de los trabajadores es aquel que conquista el poder político para devolverlo a los trabajadores, organizados y movilizados en torno a un programa socialista.